"En la barca de Pedro, aquellos con estómagos sensibles
deberían mantenerse alejados de la sala de máquinas.” (Ronald Knox)
El problema no es en que parte de
la Barca de San Pedro estés... ya que la marejada arrecia, estamos todos
mareados y con miedo, y a punto de zozobrar. ¡Sálvanos Jesús que perecemos!
Al hilo
del post " un
ciego no guía a otro ciego" del blog recientemente descubierto Quod
vidimus, describe perfectamente una experiencia en la que he caído. Y me
pregunto si es generalizada.
Un
extracto del artículo:
Los que
estamos vinculados al mundo del “tradicionalismo
católico” hemos topado varias veces con ciertas actitudes -o nosotros mismos hemos caído en ellas- que pretenden
ser propias de un verdadero “soldado de Cristo”: cruzado contrarreformista y
antimodernista por donde los haya, martillo de herejías y de inmoralidades, la
encarnación actual de las contemplaciones militares de los Ejercicios
Ignacianos. Suena bien, y para mi también sonó bien un tiempo, pero ¿es
necesaria esa “performance”? ¿es auténtica en muchos casos? ¿Nos estaremos
olvidando de aspectos más relevantes del cristianismo?
El fuero
interno es sagrado, nos enseña la Iglesia, y no cabe juzgar intenciones. Pero
si cabe tomar nota de lo que salta a la vista, y aquí no pocas veces, la “pose tradicionalista” destiñe por
varios lados. No hablamos de vicios ocultos, sino particularmente de varias faltas públicas a la caridad:
accesos de ira y descontrol frecuentes, expresiones hirientes, chismes a las espaldas
de la gente, intolerancia hacia las diferencias de opinión y hasta el mas leve
matiz, y todo ello encubierto con visos de “apostolado” y “reconquista católica”.
E insisto, son caídas que incluyen al suscrito, al menos en algunas ocasiones.
Incluso
si planteamos el problema desde lo meramente humano y utilitario, la táctica es
un desastre: mormones y testigos de Jehová lo hacen mejor, al menos mientras
reclutan adeptos. Peor es la cosa se vuelve más negra en el ámbito espiritual:
un “soldado de Cristo” arrogante,
estrecho de vistas y agresivo no solo no logra nada, sino que daña a los demás
y daña su propia alma, y lo que es peor, su propia convicción de actuar “por la
gloria de Dios” le puede impedir salir de su error.
Fin de cita. Y lo que yo me planteo
al leer estas sabias reflexiones:
Si nosotros ya de por sí, como católicos, al estar
rodeados de un mundo anticristiano que trata de enredarnos y aplastarnos, hace
que nos tengamos que significar de la mayoría para ser coherentes y fieles a nuestra fe.
En ese diferenciarse,
1Conlleva
el vivir la doctrina que nos libera,
2 el
colaborar con la Gracia santificante (los medios sensibles de la gracia son los
sacramentos... por lo que tendremos que estar en gracia y asistir a Misa,
confesarse, orden de vida) que nos permite luchar contra nuestra concupiscencia
(tendencia al mal y dificultad al bien; las pasiones desordenadas)
3 y una
ascesis necesaria, no voluntarista-semipelagiana, que nos va ayudando para una
vida virtuosa (repetición de hábitos buenos).
Bien, pero si a eso añadimos,
que no satisfechos con eso, sino que por una incansable sed de Dios, vamos
buscando cada vez más la sana doctrina frente a herejías, secularismo, confusión
y abusos litúrgicos en el mismo seno de la Iglesia... vamos transitando poco a
poco hacia el camino de la tradición.
Entonces, pasamos como bien lo definió Benedicto XVI en el
Motu Proprio del 2007, a ser católicos de la forma extraordinaria. Es decir, somos extraordinarios dentro de lo
ordinario.
Pero la fragilidad de nuestra naturaleza hace que caigamos
en la tentación de la vanagloria y del sentimiento de pertenencia a un grupo
especial (elitismo).
Si esa experiencia que yo aprecio, es vivida por algunos jóvenes
(la impetuosidad juvenil/necesidad de ser gregarios) y no tan jóvenes, ¿qué
podemos hacer? Debemos antes analizar las causas para poder después
purificarlas... Perdone, pero qué opinión
tiene de todo esto?
A eso se
refiere el autor de infocaótica
con su frase en un plugin: "Tradi-locos, frikis, paranoicos, etc.
abstenerse (¿has tomado hoy tu dosis?)"
Nota
bene. El Padre Javier Olivera Ravasi, en su conferencia sobre la
Inquisición (minuto 16:30) enumera las condiciones para ser un juez inquisidor
de una instrucción dominica. Debe ser diligente, fervoroso en su celo bajo la
verdad de la religión y las almas, que
no esté influido por la indignación, ni por la furia, ni por el odio. No
debe dejarse ganar por la apatía, la
pereza o la negligencia. Debe ser constante y resuelto. Mantenerse firme en los
peligros y adversidades, incluso en caso de tener que dar su propia vida.
Cada día al despertarnos ante
tanto error y confusión dentro de la Iglesia católica, al no conservar el depósito
de la fe y reafirmar a sus hermanos en la sana doctrina... ¿no caemos en
indignación? ¿no seguimos escandalizándonos aunque estemos esculpidos en
madera? ¿no mantenemos una actitud defensiva? ¿caemos en la vanagloria, la
exhibición y el elitismo?
Si el conocimiento conlleva responsabilidad, no deberíamos
ser mejores cristianos... no sé si me
estoy yendo por las ramas.
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