No hay día que el católico informado se levante con una noticia que le escandalice. Realmente son tiempos recios como diría Santa Teresa.
Pero esos católicos, a fuerza de escándalo, se vuelven perplejos y terminan cansados.
En San Mateo 18, 7 leemos "Ay del mundo, por culpa de los escándalos! Pues, por fuerza [han de] venir los escándalos, sólo que, ¡ay del hombre por el que viene el escándalo!
En este momento histórico de la Iglesia quiero hacer un pequeño homenaje al P. Leonardo Castellani, Santo Tomás de Aquino y P. Ronald Knox, gracias a infocaótica.
Pero esos católicos, a fuerza de escándalo, se vuelven perplejos y terminan cansados.
En San Mateo 18, 7 leemos "Ay del mundo, por culpa de los escándalos! Pues, por fuerza [han de] venir los escándalos, sólo que, ¡ay del hombre por el que viene el escándalo!
En este momento histórico de la Iglesia quiero hacer un pequeño homenaje al P. Leonardo Castellani, Santo Tomás de Aquino y P. Ronald Knox, gracias a infocaótica.
Para evitar todo desánimo, contrario a la virtud teologal de la Esperanza y a la confianza de la Providencia Divina, recordemos el numeral 675 del Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, en el Pontificado de San Juan Pablo II.
La última prueba de la Iglesia
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá
pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc
18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la
tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo
la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una
solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la
verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de
un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el
lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5,
2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
La Iglesia deberá pasar su propia Pasión, como esposa de Cristo.
677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a
través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su
Resurrección (cf. Ap 19, 1-9).
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