4 de noviembre de 2019

Memoricemos oraciones y súplicas en latín


Método que podemos aplicar para la memoración de oraciones católicas en latín. Desde luego, el clásico método de la repetición, olvido y repaso, olvido y repaso es fundamental para memorizar. La siguiente anédocta de Enrique Schlieman anima a memorizar.

De la vida de Enrique Schlieman:
"Este método sencillísimo -explica- consiste en leer en alta voz sin preocuparse de la traducción, después escribir diariamente algunos párrafos y corregirlos ante los profesores, aprendérselos de memoria y recitar en la lección siguiente lo que se ha corregido la víspera."... a dondequiera que fuese llevaba un libro en la mano en el que aprendía de memoria algún trozo...
De este modo me aprendí el vicario de Wakefield e Ivanhoe...
En el segundo semestre del año aprendí el francés por el mismo procedimiento.
Gracias a estos estudios continuados y regulares en el curso de un año mi memoria se fortaleció de tal forma, que me fue facilísimo saber el holandés, el español, el italiano y el portugués, y apenas necesité más de seis semanas para hablar y escribir correctamente todos estos idiomas" 

"Voy a estudiar a Platón tan a conciencia que si pudiera recibir una carta mía dentro de seis semanas la entendería"

"Los únicos libros rusos que pude proporcionarme fueron una gramática antigua, un diccionario y una mala traducción de las Aventuras de Telémaco ...no logré hallar un profesor de ruso... no existía a la sazón en Amsterdam quien supiese una palabra de este idioma. Comencé, pues, mi nuevo estudio sin maestro, y al poco tiempo y sin ayuda de la gramática pude distinguir y pronunciar las letras rusas. Luego empleé el antiguo sistema, aprendiendo de memoria párrafos y anécdotas. Como no tenía nadie que corrigiera mis ejercicios, se me ocurrió corregirlos valiéndome de la práctica y decidí aprenderme de memoria la traducción rusa de las Aventuras de Telémaco. Pensando después que adelantaría más si tuviera a alguien a quien contarle dichas aventuras, tomé a sueldo a un pobre judío, el cual, mediante cuatro francos semanales, venía todas las noches a mi casa y escuchaba mi declamación, de la que no entendía una palabra." (Nota mía jaja)...
Transcurridas seis semanas, escribí ya la primera carta en ruso al agente de Londres de una importante casa moscovita importadora de añil y logré entablar relaciones, en su idioma, con comerciantes rusos que llegan a Amsterdam para el negocio de la exportación de ese producto."



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