¿Qué
hacer con las velas benditas de la candelaria?
1.
Conservarlas en un lugar digno, pues están
bendecidas.
2.
Llevarlas allí donde estemos.
3.
Encenderlas al lado de un moribundo.
Vayamos a recibir la candela simbólica y guardémosla devotamente en nuestras casas, para que sea nuestra defensa en las tentaciones y en las tormentas interiores y exteriores, y, como hacían nuestros antiguos, tomémosla en nuestras manos como una confesión de la Divinidad de Cristo y de nuestro amor hacia Él, cuando llegue la hora de nuestro encuentro definitivo.
Vayamos a recibir la candela simbólica y guardémosla devotamente en nuestras casas, para que sea nuestra defensa en las tentaciones y en las tormentas interiores y exteriores, y, como hacían nuestros antiguos, tomémosla en nuestras manos como una confesión de la Divinidad de Cristo y de nuestro amor hacia Él, cuando llegue la hora de nuestro encuentro definitivo.
Dom Próspero
Gueranguer nos indica:
LAS CANDELAS.
Antiguamente los
mismos fieles llevaban sus cirios a la Iglesia el día de la Purificación, para
que fuesen bendecidos con los que llevan en la Procesión los sacerdotes y
ministros, costumbre que todavía se conserva en muchos sitios. Sería de desear
que los Pastores de almas recomendaran fervientemente esta práctica, y que la
restableciesen o la sostuviesen donde fuera necesario. Tantos esfuerzos como se
han hecho para destruir o al menos empobrecer el culto externo, han traído
insensiblemente como consecuencia la más desoladora tibieza del sentimiento
religioso, cuya fuente única se halla en la Liturgia de la Iglesia.
Es necesario que
sepan también los fieles que los cirios bendecidos en el día de la Candelaria,
deben servir no sólo para la Procesión, sino también para uso de los
cristianos, guardándolos con respeto en
sus casas, llevándolos consigo, lo mismo en tierra que sobre las aguas,
como dice la Iglesia, atraerán especiales bendiciones del cielo. También se deben encender estos cirios
junto al lecho de los moribundos, como recuerdo de la inmortalidad que
Cristo nos ha merecido, y como señal de la protección de María.
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