Oraciones del libro Las seis puertas del enemigo. Escrito por Don Javier Luzón.
5ª Puerta: Heridas de seno materno 5/7
ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR DESDE EL SENO MATERNO pgs. 207-212
Esta oración tiene por
objeto pedir a Dios que, por la intercesión de la Madre de su Hijo, sane con la
fuerza de su Espíritu, las heridas afectivas que se hayan producido en el
inconsciente durante la gestación y los primeros meses de vida extrauterina. Y
aquellas otras que hayan quedado en el subconsciente por los traumas del resto
de la vida. Mientras la persona siga padeciendo los efectos de sus heridas
interiores, conviene que la repita periódicamente, por ejemplo, semanalmente.
En cada cruz ✠, se
hace la Señal de la Cruz
✠ Santísima Trinidad, os alabo, os adoro, os
amo y os declaro mi único Dios y Señor; renunciando a toda servidumbre a los
espíritus malignos.
Señor
Jesús te ruego que manifiestes tu amor misericordioso y vengas a curar
cuanto necesita ser sanado en mi existencia actual y pasada. Tú me conoces
mejor que yo mismo, porque eres más íntimo a mi que yo mismo y, mucho antes de
mi concepción, me has amado con un amor único.
Mi vida está en tus manos. A tus
manos Señor, encomiendo, el instante de mi concepción. Si no fue en un clima de
amor, con el deseo de darme la vida, sino en la coacción, en el miedo o la
violencia, ven a sanarme, Dios de ternura y bondad.
Que
la Virgen Santísima me geste de nuevo en el Espíritu y me libere de toda
influencia negativa que produzca en mí desgana de la vida o tendencias
autolesivas hasta la muerte.
Virgen María bendíceme en
cada etapa de mi crecimiento de embrión y de feto. Pon tus manos en los
primeros meses de mi gestación, cuando aún no había signos de
embarazo y puede sentirme abandonado o inseguro. Expande en tu amor en cada
repliegue de mi corazón. Curas las heridas que mis padres pudieron causar en mí
al conocer mi existencia: sobre todo, la herida del rechazo y sus consecuencias
de angustia, inseguridad, opresión, falta de autoestima y opción de rechazo a
la vida.
✠ Señor Jesús te ruego que cures las heridas del segundo
mes de mi gestación. Hazme, sentir ¡oh Dios mío!, cuanto valgo para
ti. Sobre todo si mi madre experimentó miedo, angustias o traumas cuando me
esperaba, si me he sentido no deseado o rechazado por ella o si mi padre
tampoco me deseó. Dame la gracia de perdonar a mis padres sabiendo que Tú me
has cuidado siempre, como a la
niña de tus ojos ( cf. Sal. 17, 8)
Virgen
Santísima , sana las heridas del tercer mes de mi gestación, cuando
se manifestó mi condición masculina / femenina y se configuró mi sexualidad
cerebral. Para que con gozo pueda aceptarla y pueda alabar y bendecir a la Trinidad
por sus dones. Rechazando toda atadura del maligno, si es que mis padres
desearon otra condición sexual par mí.
Ven a sanar, Madre, las
heridas del rechazo de mi identidad.
Madre
de Dios, intercede ante el Padre para sanar las heridas que se hayan
producido durante el cuarto mes de mi gestación. Sana en mi toda
inseguridad, zozobra, miedo o rechazo a una vida extrauterina que pude
presentir como dolorosa. Si es que hubo desavenencias conyugales entre mis
padres, disgustos profesionales, o, si en ese tiempo mi madre padeció alguna
enfermedad, accidente, o, sufrió en exceso por el fallecimiento de un ser
querido.
Líbrame, Madre santa, de
todo espíritu de muerte e influencias malignas que buscaron que fuese una
persona pesimista, negativa, apagada o enfermiza.
✠ Señor Jesús te alabo, te bendigo y te proclamo
como mi único Dios y rechazo toda forma de idolatría. Líbrame Señor, de toda
contaminación maléfica si es que, en el quinto mes de mi gestación o en
otros, los míos tuvieron algún contacto con la brujería. Ya fuese porque mi
madre acudiera a adivinos o curanderos. O bien porque alguien le hubiera hecho
un maleficio.
Madre de la Vida,
intercede ante tu Hijo para librarme de toda mediumnidad, si en mi vida
hubiera alguna conexión con los muertos, por causa de anteriores embarazos de
mi madre malogrados o sucesos relacionados con la muerte.
Sana,
Señor, las heridas del sexto y séptimo mes de gestación, cuando
el embarazo se hizo más pesaroso a mi madre. ¡Qué tu Madre santísima
venga a sanarme y me haga vibrar de alegría en el Espíritu Santo, como
hizo con Juan Bautista en el viente de Isabel! Sobre todo si en
ese tiempo me hubiera sentido angustiado o rechazado, porque mi madre o no se
cuidó, o no recibió la ayuda que entonces necesitaba.
✠Madre de Dios, líbrame de mis miedos ante el
nacimiento. En tus manos pongo los dos últimos meses de mi gestación y
te ruego que sanes toda herida de opresión, angustia y rechazo. Si todo esto me
impulsó a huir de la vida, a provocar el parto antes de tiempo o bien
retrasarlo, o bien a no querer nacer. Del Señor y Dador de vida
alcánzame un amor grande la a existencia, ¡oh Madre Santa!
✠ Señor Jesús te ruego, que sanes las heridas de
mi alumbramiento: los traumas físicos y afectivos que me pudieran perjudicar al
nacer, cuando hice irrupción en el mundo de los hombres. Por el poder de tu
amor y de tu gracia, dame un gran deseo de nacer y renacer en todo instante,
sobre todo el miedo me llevó a intentar ahocarme con el cordón umbilical o bien
a ponerme en mala posición para nacer. Madre de bondad, borra en mí toda
contaminación visual, auditiva o sinestésica, y todas las secuelas físicas y
psicológicas de las heridas y traumas de aquel momento.
✠ Santísima
Trinidad, me recojo ahora unos instantes para acoger y
agradeceros la sanación y liberación de las heridas habidas en mi gestación y
nacimiento. Gracias, Madre, por haber estado allí para recibirme en tus
brazos tranquilizadores. Gracias por ponerme en los brazos de tus divino Hijo,
que me acogió al igual que abrazaba a los niños cuando a Él se
acercaban. Gracias por presentarme al Padre, haciéndome saber que soy
hijo de Dios muy amado y también deseado, sobre quien se ha derramado el Don
de tu Espíritu.
Ahora
os presento también los primeros años de mi infancia: ¡Qué tu Luz
los ilumine! Si por la frialdad de mi padre o mi madre he sufrido, si no me
dieron el amor y la seguridad que debieran, si he padecido carencias de afecto
o de caricias tranquilizadoras, ¡oh Señor! , envía tu Espíritu de
Amor y haz que tu Madre María me envuelva en sus brazos, me arrulle
y me llene de ternura. Que Ella me acoja tal como soy, con mis
debilidades de niño pequeño, y que Jesús venga a besarme, a bendecirme y
a imponerme las manos como hizo durante su vida terrena (cf. Mc 10,
13-16)
Señor
Jesús, si me he sentido agobiado por un amor demasiado posesivo de mi
madre, o bien aplastado por la autoridad de mi padre, sana los recuerdos
dolorosos que anidan en mí. Borra también las secuelas de las disputas y
tensiones entre ellos que perturbaron mi inocencia de niño y pusieron en mí el
miedo a su separación y al abandono. De todo corazón, Señor, perdono a
mis padres las heridas que sus actos, palabras y obras hayan podido provocar en
mí. Y te doy gracias, Señor, por haberme dado la seguridad que tú me
habrías acogido (cf. Sal 27, 10) y nunca me habrías olvidado (cf. Is
49, 15) si mi padre y mi madre me hubieran abandonado.
✠ Señor Jesús, haz que tu Espíritu Santo me
colme de amor, me haga dichoso y libre clamando ¡ Abbá, papá! con todo
mi ser. Si me he sentido solo, abandonado y rechazado por los míos o por aquellos
con los que contaba, por tu amor sanador dame un sentido nuevo de mi dignidad y
su sabia estima de mí mismo (cf. Rom 12, 13). Sé Tú mi consuelo
allí donde he sentido el desamor de otros.
Sana
las heridas de los combates que me han traumatizado o que han provocado que me
encierre en mí mismo, levantando barreras frente a los demás. Sáname de las
heridas profundas, reprimidas, que han endurecido mi corazón: las envidias
hacia quienes eran preferidos a mi en la familia, o en el colegio, las
rebeldías, las humillaciones, injusticias, la soledad, la amargura de ser
marginado, las burlas, los insultos o las calumnias.
Señor
Dios omnipotente, libérame de la carga de toda maldición familiar, ancestral
o maléfica que pueda esconderse en mis fracasos, enfermedades o frustraciones.
Dame una confianza y un valor renovados, para hacer frente a las pruebas de
este mundo. Sé que tu amor me sostendrá en los tropiezos y caídas.
✠ Señor Jesús, dame la gracia de perdonar a
aquellos que no me han amado, de liberarlos de toda deuda hacia mí. Sáname de
todos los traumas de mi infancia, de los trastornos de sexualidad, de la
inquietud angustiosa, la vergüenza y la culpabilidad. Lava las manchas todas de
mi cuerpo y de mi alma y sana las heridas causadas por quienes abusaron de mí,
al violar mi integridad física, encadenándome en desviaciones sexuales que hoy
me impiden tener relaciones sinceras según tu Voluntad. Ayúdame a afirmarme en
mi personalidad de hombre o de mujer. ¡ Qué la Virgen María, Madre Purísima,
Inmaculada Concepción, interceda por mí y me sane de toda clase de estos
trastornos!
Señor
mío y Dios mío, te ruego también que sanes las heridas de mi afectividad
que están ligadas a experiencias amorosas imposibles o que, por cualquier
causa, no podían tener buen fin. Haz que te entregue mis aspiraciones y mis
fracasos y que en tus manos ponga mis compromisos con los demás. Enséñame a
abandonarme de corazón en tu Amor, porque sólo Tú colmas mi deseo de
amar y de ser amado.
✠ Gracias, Señor, por haberme acompañado durante
mi infancia y mi adolescencia, por tu Amor, por tu Luz, por tu Verdad.
Perdóname si he llegado a pensar que Tú no me querías o que no estabas
presente en mis sufrimientos. Perdona también mis olvidos. Sana mis
sentimientos de culpabilidad ante a Ti pero que no brotan del amor sino
del miedo al castigo por mis rebeldías. Y perdona mis rebeliones contra tu
Providencia al ver que me permitías o tolerabas que murieran, me abandonaran o
me engañaran personas a las que yo más quería.
Perdóname
las experiencias destructivas a las que me he dado mediante la bebida, las
drogas o la pornografía. Sáname de las ataduras contraídas a través de las
técnicas de concentración mental, búsqueda de soluciones a mis propios
problemas de ocultismo, el espiritismo o el esoterismo. Invoco tu Preciosísima
Sangre derramada en la Cruz por mí, para ser perdonado y limpiado de mis
pecados. ¡Señor Jesús, que tus Santas Llagas sean el refugio para
mi sanación!
✠ ¡Ten misericordia de mí, Señor! Te doy gracias
por tu inmenso amor hacia mi persona. Restaúrame y concédeme una gracia
renovada para amar y crecer en tu amor. Que tu Preciosísima Sangre alimente
mi corazón, circule por todo mi ser e impregne mi sistema nervioso simpático,
parasimpático, consciente, subconsciente, inconsciente, infraconsciente y
supraconsciente, mi sistema respiratorio, circulatorio, digestivo, linfático,
endocrino, afectivo sexual, inmunológico, epidérmico, óseo, muscular, mis
extremidades y órganos internos, para que tú los purifique, restaures, sanes y
liberes de toda mancha maléfica.
Señor
Jesús, me entrego enteramente a Ti: en cuerpo y alma, memoria,
inteligencia y voluntad. Pongo en tus manos mis ideas, mis sentimientos, mis
palabras y obras, mis heridas y fragilidades, mis límites, mis tibiezas, mis
durezas de corazón. Y también los odios, malquerencias que me habitan, y todas
mis riquezas. ¡Qué el fuego de tu Mirada y su Luz hagan de mi
existencia un continuo acto de amor hacia Ti con obras de ternura y de
paz para con todos!
Desde
ahora mi pasado y mi futuro quedan en tu Corazón Misericordioso y bajo
la llama de amor del Corazón Inmaculado de María. Mis heridas no serán
ya heridas porque tu inmenso amor las sana: serán experiencias para edificar mi
futuro personal y eterno contigo. Acojo esta sanación y liberación que has
obrado en mí.
¡Gracias Jesús, por haberme
hecho como soy y por haberme salvado! ¡Aleluya!
AMÉN,
AMÉN, AMÉN
Le quitaria lo de quitar la mediumnidad ya que mediumnidad no significa hacer espiritismo. Sino que es el Don de poder ver, oir y sentir el plano donde se mueven los espiritus y Dios mismo. Ademas de poder presentir cosas. Y ayudar gente a evitar desgracias y tomar consciencia de que Dios existe y el plano espiritual es real. Y a mi ese don me salvo la vida.
ResponderEliminarEste libro lo ha escrito un sacerdote que ha sido exorcista durante muchos años. La diferencia entre vidente y médium, es que el primero es una gracia dada por Dios y la segunda se ha buscado preternaturalmente a través del espiritismo o la magia. Desconozco el caso, pero es posible que Dios permitiera que supieras algo, para evitar un accidente. Saludos.
EliminarLa mediumnidad no es un don, sino un desorden psicológico curable (grupo Francisco y Clara, de exorcistas de argentina). La mediumnidad también es iniciación a lo oculto. Ese es el enfoque justo que ha de dársele a esta palabra en sanación. Lo que la Señora Fernández llama mediumnidad es don de clarividencia o profecía. Es otra cosa. Gracias!
EliminarCoincido!
ResponderEliminarCoincido!
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