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9 de noviembre de 2017

Poesía antes de la guerra

Santa Juana de Arco, ruega por nosotros

Estando dormido,
desperté de mi indolencia
viendo al rey desnudo
me hirió mi conciencia.

Detrás de la primavera,
se parapetaba el Magno,
no fue un cobarde,
sino todo un Santo.

Las sombras alargadas del otoño,
ocultan los mandiles,
esbirros del averno
confabulan traiciones.

El Katéjon llora y ora
hilos de oro e incienso
a Dios Eucaristía,
la pasión de su Amada.

Ahora es invierno,
todo yace muerto
de sueño y silencio
¿Revivirá el fuego?

Señor, no sé hablar
sombras de muerte me acechan
tengo miedo, soy un niño
soy tan pobre como el joven rico.

Alza los dinteles, abre las compuertas
avisa a tus hermanos, centinela
la cruz y el rosario, serán tu enseña.

Señor, hoy no, mañana
la acedia apaga mi alma
no tengo fuerzas, ni ganas

Siervo inútil, un día tu alma
me diste en desponsorio perpetuo,
tu voluntad y entendimiento
me la sellaste, con Mi Sangre en alianza

Señor, perdóname, límpiame
hace tiempo que perdí
ese amor primero.
Renueva mi espíritu
pues corrí, huí, callé
y no lloro mi culpa.

Hijo mío, pídemelo y te daré
un sitio en la batalla
coge la mano de la Gran Dama,
mi señora, Madre de tu alma.

Mi Madre, la Reina, la Virgen
La Santísima, tú Señora
en el día postrero,
Su manto de luz cegará el cielo
brillarán las gracias
que no le pidieron.

Señor, hazme pequeño,
como un niño,
para asir fuertemente
la mano de la Reina,
enséñame a amarla.
Quiero ser fiel en el triunfo
Y en la desgracia.

Sea, si esa es tu solicitud
pues si me pidieras las naciones
no se acercarían ni de lejos
a la magnitud de tus peticiones.

Perdón Señor, perdón.
Te fallé, no velé,
me dormí y callé.
No fui justo,
no cumplí,
ese bendito sueño
que soñaste para mí.

Perdóname según tu Misericordia.
 Amén

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